Cuando se piensa en tintos españoles de calidad, los vinos de Ribera del Duero aparecen como un referente. Esta denominación de origen, es el resultado de una tierra compleja y un clima severo, dos claves perfectas que propician las condiciones exclusivas para ofrecer una uva de gran calidad y valor. Sus cepas son concebidas para poder consagrar el mejor fruto.
Si nos remontamos a su origen, la DO Ribera del Duero es denominada así por el río Duero. Cuenta con una extensión de 115 km de longitud y 35 km de anchura, concretamente ubicada en la meseta norte de nuestro país. 102 municipios están integrados dentro de ésta, los cuales se encuentran distribuidos entre las provincias castellano leonesas de Burgos, Valladolid, Soria y Segovia.
La primera referencia vínicola de la Denominación de Origen Ribera del Duero se encuentra hace 2.500 años en el yacimiento vacceo de Pintia, dentro del municipio de Padilla de Duero. Fue en esta pedanía de Peñafiel donde se reconoció la traza de residuos de vino, confirmando así el conocimiento y consumo de éste. A principios de la década de los 70, fue hallado en el término municipal de Baños de Valdearados (Burgos), un mosaico romano de 66 metros cuadrados, reconocido como la pieza con alegoría báquicas más grande de la Península, volviendo a corroborar la elaboración y disfrute del vino en esta región desde hace miles de años.
A lo largo de la misma década de los 70, se desarrolla una gran revolución en la vinificación de la Ribera del Duero. Se dan lugar nuevos estilos y métodos para el cultivo de la uva, elaborando así vinos creados por grandes profesionales de incuestionable valía empresarial. Todo ello provoca el comienzo de un largo trayecto para enseñar al mundo las múltiples cualidades y bondades del vino producido en la meseta norte de España. Con el comienzo de los años 80, concretamente el 21 de julio de 1982, la Denominación de Origen Ribera del Duero ve recompensados sus esfuerzos ya que el Ministerio de Agricultura les otorga su propia Denominación de Origen y aprueban el reglamento y la creación de su Consejo Regulador.
Este hecho marcó un antes y un después en esta región, ya que desde entonces la Denominación de Origen Ribera del Duero, ha ido creciendo en número de bodegas y perfeccionando la calidad de sus vinos, creando así un gran reconocimiento tanto nacional como internacional.
La variedad de uva que más caracteriza a esta denominación de origen es la tempranillo, comúnmente denominada Tinta del País, la cual supone más del 90% de su producción. Sus vinos son mayormente tintos, aunque también nos encontramos rosados. Amparándonos en las normativas del Consejo Regulador de la D.O Ribera del Duero, para que un vino pueda ser acogido en la D.O, éste debe contener al menos un 75% de tempranillo en su elaboración.
La variedad de uva más característica es la tempranillo, denominada genéricamente Tinta del País, que constituye más del 90 % de la producción. Según las normativas del Consejo Regulador, para que un vino pueda acogerse a la denominación de origen debe incluir al menos un 75 % de Tempranillo en su elaboración. En total, no menos del 95 % de la uva debe ser Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Malbec. Las uvas Garnacha y Albillo está permitidas pero en pequeñas cantidades.
Los vinos de la Ribera del Duero son longevos, por lo que el consumidor podrá apreciar a la hora de degustarlo en copa su enorme recorrido y su lenta evolución en botella a través de diversas manifestaciones sensoriales.
Leer más